Giros del destino, esa fabulosa victoria de Wheldon vino precedida del inesperado accidente, a falta de una curva, del novato californiano J. R. Hildebrand. Fue el 29 de mayo y Wheldon corría esa única carrera con un contrato hasta la medianoche en un equipo menor como el de Sam Schmidt y derrotó al equipo que le había echado por no aportar patrocinador, Panther Racing.
Desde entonces no volvió a correr esta temporada y era el comentarista televisivo de las carreras hasta la cita final en Las Vegas, la de los 5 millones de dólares de premio (3.4 de euros) para pilotos que como él, no habían competido la temporada entera. Claro que en su caso había truco, porque 14 de sus 16 victorias han sido en óvalos, por lo que la organización le tuvo que invitar personalmente.
El impacto ayer en la Fórmula 1, eminentemente anglosajona, y en el deporte del motor fue brutal. No en vano, en las islas era una figura respetadísima, "inspiradora", según Lewis Hamilton, al convertirse en el segundo inglés en ganar las 500 Millas después del mítico Graham Hill.
Dan fue otro de los que tuvieron que emigrar para triunfar. Pronto adoptó el acento yanqui y hasta los gestos, como fue donar todas sus ganancias de la carrera de Iowa en 2008 a las víctimas de un tornado que asoló la región. De haber ganado en Las Vegas, también habría repartido el premio con un fan.

El campeón del mundo de F1 en 2009 estaba muy afectado ayer: "Hemos perdido a una leyenda de nuestro deporte y también a un gran hombre". No sólo compitió con él, sino con Mark Webber a mediados de esa década o Anthony Davidson, que ayer colgó en las redes sociales una foto del kart con Dan y Button.
"Estoy en estado de shock, todos intentamos autoconvencernos de que hoy el deporte del motor es seguro, y nadie va a perder su vida, pero lamentablemente eso es hacerse ilusiones", afirmó Michael Schumacher en su web.
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